Agarrados de la mano, caminábamos por la playa. Sin hablarnos, y solo con nuestra mirada, podíamos estar hablando durante horas y horas.
Aquel momento, eterno, queda grabado en mi memoria, como uno de esos tatuajes que no se quitan nunca y que permanecen en tu cuerpo para toda la vida.
Aquella tarde de verano, paseando los dos, a solas, fue y será, el momento más increíble de toda mi vida.
me alegra que seas feliz! :)
ResponderEliminarLamento tanto que el verano se haya ido. Me cuesta despegarme de el, y de esas tardes que forman recuerdos tan lindos como el que acabas de relatar.
ResponderEliminarMiradas que hablan por si solas. Espero que renazcan en otoño, al menos un par de veces.
Hola muy buena historia, visita mi página de poesías : www.poemasdecalor.blogspot.com, es muy buena saludos.
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